Por Diego Encina [1]
La frase del título no me
pertenece. Pues, no creo tener la lucidez inmediata suficiente en el marco de
un contexto infeccioso mortal a nivel mundial y nacional que a su vez, haga
explícito los “errores” cometidos de la planificación estatal –o de cierto grado
de improvisación, si se prefiere- en la maratónica batalla de contención de
implosión del virus infeccioso con eventual rebote social.
Sin embargo, la “Libertad”
consiste en eso; en decir lo que hay que decir y en el momento que se tienen
que decir. No para naufragar en un océano de críticas vacías y oportunista al
estilo decadente de la política argentina –o al menos, del sector extractivista
de aquel-, sino para que el descontento sea escuchado y oído y aporte los
horizontes de vista de tierra para un correcta manipulación del timón en aguas
violentas.
La opinión que refleja el autor
en éstas someras líneas, debo reconocer, me son propias y de ningún modo
reflejan la visión consensuada y absoluta de la organización que, por demás,
merece todo mi agradecimiento por permitirme alzar la voz del descontento.
También los errores me son atribuibles exclusivamente.
Así la situación, “no aporta a
la unidad quien calla cosas insostenibles”. No, no debemos.
El país a partir de los últimos
meses del año 2019 inicio estrepitosamente una carrera hacia el abismo y
desconcierto como consecuencia de políticas de saque y especulación financiera
propiciada en los últimos cuatro años que, quizá como nunca en la historia,
hacia reflejo espejo de la decadencia social representativa en la clase dirigente
política del país. No existe en nuestra historia figuras tan absurdas y alienadas
como la de quienes ostentaron los destinos oscuros de la Argentina en el
periodo 2015-2019.
Luego, por fin, se reanudaron
las esperanzas de una salida honorable de la crisis y sobe todo, de cara al
Pueblo y no en oficinas opulentas de cifras con innumerables “0” en agenda. Es
verdad también que la crisis no aflojaba y la caída estrepitosa de la economía
Argentina no frenaba. Pero encarar la crisis con clase dirigente política no
saqueadora ni extractivista ni mafiosa, ¡la pucha que alimenta las esperanzas!.
A partir del 20 de marzo de 2020
todo se hizo más oscuro. Y lo peor, debo ser sincero, aún no ha llegado. La
pandemia COVID-19 asoló el globo terrestre sin distinción de raza, color o
riquezas. Paradójicamente, resulta la pandemia más democrática que nuestra
historia. O bien, si se prefiere, resulta la pandemia puramente socialista y es
el Estado quien –una vez mas- intenta aplastarla. Juegos de palabras, en fin.
La pandemia vino a agudizar la
economía Argentina presente y ni que hablar, futura. Su llegada fue ruidosa y
acelerada, y la reacción inteligente y necesaria. Pocas cosas deben enamorar
más que se priorice la Salud a la Economía pues, nada más cierto que de la
crisis económica se sale, la Argentina en ello goza de triste experiencia, pero
experiencia al fin. De la muerte física no se retorna. No en ésta vida, al
menos.
Los tiempos apremian, el virus
azota y; mantener a una población de más de 44 millones de habitantes en
aislamiento social, preventivo y obligatorio, tiene sus costos económicos. Y la
adopción temprana de medidas contenedoras, pueden adolecer de errores, y de errores groseros también.
La economía y el flujo comercial
prácticamente se han paralizado y, el Estado salió afrontar ese déficit
colateral.
En ese marco y en éste contexto
ha salido con una batería de medidas contenedoras en beneficio de personas
físicas y pymes y, no tan pymes.
Para la clase trabajadora se
dispuso la “prohibición del despido”[2] , la
posibilidad del trabajo “remoto”, la no obligatoriedad de concurrir a los
lugares de trabajos para aquellos trabajadores y trabajadoras que participen de
“grupos de riesgos”, o madres embarazadas, o con la responsabilidad del cuidado
de menores de edad a sus cargos; se implementó el IFE[3] para
aquellas personas trabajadoras sin empleo, y se incluyó en ese marco al
personal del servicio doméstico (uno de los sectores más golpeados por esta
crisis); para monotributistas categorías A y B se implementó el programa
“Créditos a Tasa 0”[4]
y se están ampliando sus beneficiarios; se suspendieron los cortes de energía
eléctrica[5] y gas
natural[6] en las
residencias de los usuarios y consumidores;
se suspendieron los desalojos[7] y el
aumento de alquileres[8].
Para las Pymes[9] el
gobierno adelantó otra batería de medidas. Para ello, instauró el Programa de
Asistencia de Emergencia al Trabajo y a la Producción[10]. Se
dispuso el acceso a créditos a tasa anual del 24%[11], postergaciones
de hasta el 95% del pago de contribuciones patronales al SIPA[12], la
asunción por parte del Estado del pago de sueldos netos hasta el 50% con
respecto al salario percibido a febrero 2020 para Pymes con menos de 800
empleados[13],
la asunción del sueldo complementario hasta el 50% en cabeza del Estado, entre
otras medidas no menos importantes.
En definitiva, el Estado al
momento ha dispuesto medidas que alivian a los sectores de la sociedad de
manera directa o indirectamente. La discusión respecto si es o no suficiente,
no vamos a tratarlo en éste artículo.
Pero como decía, el tiempo
apremia, el virus azota y las medidas de buena voluntad no están exentas de
errores, algunos extremadamente groseros y abiertamente inconstitucionales.
En éste sentido, pese a lo
antipático que replique, debo aclarar y enfatizar que ésta crítica se esboza
desde la construcción y el aporte al mejoramiento de las medidas al momento
adoptadas. Lejos se encuentra de naufragar en océanos oportunistas de la
decadencia clase política argentina de naturaleza mafiosa y saqueadora. Y como
la libertad me lo permite y el coraje me desgarra, refiero a la alianza
cambiemos, la misma que ha permitido y fugado más de 86 mil millones de dólares
del país, la misma que ha terminado de pudrir si algo quedaba de Justicia, la
misma que reduce su política barata y mediocre a los golpes de una cacerola
mezquinando su contenido a los pobres que ha dejado y ultrajado socialmente.
Habiendo realizado dicha
aclaración, sin pedirle permiso alguno quien se moleste o no le guste, y por
que “no trabaja por la unidad aquel que calla cosas insostenibles”, me autorizo
a gritar lo siguiente y “quien quiera oír, que oiga”[14].
Los errores, muchas de las veces
groseros y la improvisación del momento, derivan en las más de las veces en
deshacer de un decretazo, lo que se otorgó en otro.
Trato aquí solo dos cuestiones.
1. El acuerdo reciente entre la
UIA y la CGT[15]
con el gesto aprobatorio del gobierno y su posterior homologación por el
Ministerio de Trabajo[16] que
permite la suspensión de tareas y reducir los salarios a un 75%, no solo goza
de formidable torpeza institucional sino que desconoce los principios rectores
universalmente aceptados por la comunidad jurídica internacional del derecho
del trabajo y del trabajador.
Así, se violentan la
intangibilidad de las remuneraciones, irrenunciabilidad de los derechos, el
principio de igualdad, el de propiedad, el principio de progresividad de los
derechos del trabajo y su consecuente, “prohibición de regresividad” de tales
derechos, rompe la estructura misma de la protección del trabajo y el
trabajador y trabajadora que, ilegítimamente representada por el triunvirato de
una CGT que hace gala de su decadente dignidad, observa como le roban por un
costado, lo que le otorgaron por el otro.
Pero ello no se agota allí pues,
merece analizarse más a fondo. Sólo quiero resaltar un aspecto vergonzoso, a
criterio del autor, que gobierna esta palmaria injusticia y asalto a la
dignidad de la persona trabajadora.
El Estado –dijimos- afronta el
50% del salario neto de los trabajadores con relación al salario percibido en
mes de febrero 2020 para aquellas Pymes con menos de 800 empleados registrados.
Con la vigencia del vergonzoso acuerdo –uno más, y van…- entre UIA y CGT que
permite la reducción de hasta el 75% del salario a pagar a sus empleados, deja
en manos de las empresas sólo el aporte del 25% restante, sumados al 50% que
afronta el Estado, lo que hace un total del 75%, esto sin contar el alivio de
presiones tributarias y embargos fiscales suspendidos en beneficio de los empleadores.
No cabe duda alguna que dicho
programa de asistencia a la producción verdaderamente alivia a Pymes que
realmente lo necesitan. Sin embargo, no existe un estudio de la productividad y
balances de las empresas que se registraron para hacerse benefactoras del
programa asistencial. Pero como dijimos, esto no queda acá.
El programa se amplió a empresas
con más de 800 empleados registrados para acceder al beneficio.
La imaginación del lector impone
el resultado acertado sin acabar las líneas. Sí, efectivamente, las grandes
empresas como Margot, Clarín, Techint, es decir, los Caputo, lso Magnetto, los
Rocca, hoy como en los 70, se encuentran subsidiados por el Estado sin previo
análisis ni control de sus balances y capacidad de pago de sueldos. Es
imposible en éste estado privar a la memoria de que recientemente el Grupo Clarín
repartió ganancias entre sus accionistas por 800 millones de pesos cuando a la
vez, no paga a sus empleados de Red Mitre.
Esto es lo que no vamos a
callar. La injusticia que se comete para los que verdaderamente afrontar esta
crisis haciendo raciones del pan, cuando el gobierno permite distribución de
dividendos a grandes grupos empresarios subsidiando sus abultadas capacidades
de pago.
Vergonzoso. Penoso es tratar a
esos grupos de “miserables” para los títulos adictos de sócalos de televisión y
al apagarse las cámaras subsidiar a dichos grupos cuando Pymes de años de
trabajo y pedazos de nuestra cultura histórica se ven forzadas a bajar sus
persianas y endeudarse para pagar deudas restantes. Triste.
2. El IFE es otro hueso en la
garganta de descarga en éstas líneas. Un programa de ANSES anunciado en el mes
de marzo 2020 de magros $10000 para cobrarlos entre mayo y junio 2020 y con
aumentos en los precios 1,8% y hasta 11% en alquileres –que supuestamente
estaban prohibidos-.
Para terminar, el Estado lleva
emitido al momento 132 mil millones de pesos. El 35% fue destinado directa o
indirectamente a la clase trabajadora con y sin empleo. El 65% esta destinado
al sector empresario, entre ellos, los grandes grupos y corporaciones que
permiten las fugas de capitales, fomentan la explotación y la precariedad
laboral, ahogan en presiones inflacionarias a las exigencias de las
autoridades, retazan y construyen la realidad social sometida a sus intereses
de grupo, todo mientras abren cuentas en el extranjero que luego no declaran
para burlar, como siempre, a la sociedad argentina toda.
[1] Abogado (UBA). Co-Fundador de NACE UN
DERECHO. Socio co-fundador de buffet jurídico. Empresario nacional con perspectiva
social y humanista.
[2] Art. 8 DNU 297/2020 “Durante la vigencia del “aislamiento social, preventivo y
obligatorio”, los trabajadores y trabajadoras del sector privado tendrán derecho
al goce íntegro de sus ingresos habituales, en los términos que establecerá la
reglamentación del MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL”
[3] DNU 310/2020, ART. 1; instituye el Ingreso Familiar de Emergencia https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/227113/20200324
[9] Recordemos que la Pymes
son el principal motor prodctivo del país empleando el 70% de fuerza de
trabajo.
[10] DNU 332/2020, ART. 1°.- Créase el Programa de Asistencia de Emergencia
al Trabajo y la Producción para empleadores y empleadoras, y trabajadores y
trabajadoras afectados por la emergencia sanitaria.
[13] DNU 332/2020, ART. 2, INC. b: Asignación Compensatoria al Salario:
Asignación abonada por el Estado para todos los trabajadores y las trabajadoras
en relación de dependencia del sector privado, comprendidos en el régimen de
negociación colectiva en los términos de la Ley N° 14.250 (texto ordenado 2004)
y sus modificaciones, para empresas de hasta CIEN (100) trabajadoras y
trabajadores.
EXCELENTE ANÁLISIS, TOTALMENTE DE ACUERDO.SÓLO ESPERO QUE TANTO LOS FANÁTICOS NEOLIBERALES Y LOS KIRCHNERISTAS TOMEN NOTA.GRACIAS.
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