martes, 20 de diciembre de 2016

La crisis que nos parió

Seguramente para cualquiera que lea estas líneas el 20 de diciembre no es un día más. Claro que no.
Algunos desorbitados podrán achacarle la responsabilidad a unos y otros tantos a otros, nosotros queremos discutir (como con todos los temas) lo más profundo, lo que no se dice abiertamente.
No tiene sentido ser politicamente correctos con temas como este: nos caimos del mapa, nos empujaron al precipicio.

 
Nos enseñaron a vivir en la “emergencia”, esa que justifica cualquier cosa. Muchos de nosotros estabamos en la primaria, en la secundaria, inclusive en la facultad, y en esa facultad nos enseñaron leyes como la 25344 para que todo valga, si es en emergencia, por que en emergencia no se puede pensar, no se puede razonar, hay que actuar impulsiva y espasmodicamente, y es ahí donde rapiñan los que saben. 

 
¿Como olvidarse de esos días?. Si salías a la calle y se percibia el malestar. Es dificil de explicar con palabras, es muy sensorial. El olor a caucho quemado en cada esquina de las ciudades, la falta de liquidez, de billetes: no había dinero circulando. Aquel que tenía un poco más de suerte podía conseguir un papelito pintado llamado Patacón o Lecop, el cuál te lo recibian en los negocios con un 20% de descuento de su valor nominal. Sino podías recurrir a la feria del trueque. La calle, era un mar de caras largas, un sinfin de resignación.

 
Pero todo cambió. Un 20 de diciembre algo sucumbió adentro de cada uno de nosotros. Y no fue solamente la renuncia de un presidente desconectado de la realidad social. No fueron las aspas del helicoptero girando a todo velocidad en el techo de la Rosada. Algo dentro nuestro definitivamente resonó con fuerza.

 
Lejos estamos hoy de aquel diciembre. Afortunadamente en todo sentido.
Hoy esta generación del bicentenario no quiere salir a romper cosas. A robarle al de al lado. Por que sabemos que la realidad se puede transformar de otra manera: comprometiendonos con el pueblo y con lo justo sin guardarnos nada.

 
Estudiamos, participamos, nos hicimos escuchar. Los jóvenes definitivamente dejamos de estar al costado de la realidad. Dejamos de servirle el café a la clase politica. Nos hicimos y nos vamos a hacer cargo de nuestro rol. Pasamos a ser protagonistas de nuestro propio destino.

 
Ya no nos callamos si mandan a nuestros cientificos a lavar los platos y recortar el presupuesto del CONICET. No nos quedamos de brazos cruzados si vemos que las fuerzas de seguridad ejercitan violencia institucional. Nos sacamos la mordaza si vemos una injustica o un preso politico en Jujuy. Nos involucramos cuando vemos que algo está mal como atender de los dos lados del mostrador. Nos ponemos la camiseta si le quieren sacar el dinero del bolsillo a la gente con tarifas de servicios impagables.

 
No tiene sentido ni que lo intenten, con mentiras, con chicanas, con agravíos. Nosotros vamos a estar ahí para discutir todo lo que haya que discutir, pero tambien para hacer y actuar en consecuencia en el marco de la institucionalidad. 

 
Nuestra democracia dejó los pañales pero sigue bajo tutela. Y no dá lo mismo que la cuiden aquellos que defienden intereses foraneos a que lo hagan los que verdaderamente pateamos todos los dias en pos de tener un suelo más justo.

 
Se lo merece nuestra historia, nuestros proceres, nuestros abuelos, todos los que dejaron de la vida, como así también todo lo que esta por venir.

 
No nos olvidamos. No nos reconciliamos. Queremos justicia. JUSTICIA DE VERDAD; al día de hoy siguen impunes los que impartieron la orden y los que mandaron a reprimir a su propio pueblo. Y hoy muchos de ellos hablan por televisión autocensurandose, por que no hay nada más triste que atentar contra su propio pueblo y volver con ánimos de barajar y dar de nuevo como si nada hubiera pasado.

 
Por si las dudas, les dejamos el seguimiento del proceso judicial, lento, pero proceso garante del Estado de Derecho al fín: http://cels.org.ar/19y20eljuicio/

 
Siempre de este lado. Siempre comprometidos.

 
Nace un Derecho - Abogados de a pie y del palo para lo que el pueblo mande.

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