jueves, 11 de febrero de 2021

Estamos cansadas…Algún día ¿Será justicia?

Por: Cecilia Morón Ramírez y Eliana Barbosa


Algunas reflexiones sobre la realidad que vivimos las, les mujeres en relación a las violencias a las que estamos sometidas habitualmente:

Que el sistema judicial necesita una reforma radical en cuanto a la perspectiva con la que se manejan todas las causas que atañen a la sociedad, eso ya es sabido de zozobra.

Ahora bien, hasta tanto se materialice ello, ¿qué hacemos nosotras las, les mujeres que, en medio de tanta impunidad suelta, padecemos sobre nuestros propios cuerpos los designios de la violencia humana?; la misma humanidad que más de una vez habla de amor, ¿Qué amor?, el amor que ata, el amor que se refleja en las instituciones que como humanes creamos?, ¿esas que someten, anulan, persiguen, cosifican, maltratan, aíslan, y expulsan?, ¿Esas?.

Úrsula acudió a una de esas instituciones que creamos como sociedad humana para solicitar ayuda, y allí, allí caminaba el machismo brutal, tan brutal que la aniquiló.

A priori, no estuvieron a la altura de ni siquiera brindarle algún tipo de contención básica, empezando por la desafectación del femicida de las fuerzas policiales; al contrario, esta institución misógina y patriarcal actúo contrario a derecho encubriéndolo y enviándolo a otra jurisdicción a modo de protección, donde desplegó una vez más sus artimañas psicópatas y machistas. 

Úrsula decía: “Si me pasa algo rompan todo”, y ¡sí! hay que deconstruir todo el sistema creado y transformarlo desde la perspectiva de género, y quizás sea como dijo Úrsula: tirando abajo todo, todas las estructuras edilicias de un sistema que ya no concuerda con el mundo, al menos ¡no acá!.

A Úrsula la abandonó el estado, Úrsula no tuvo acceso a un botón antipánico (LO MÁS BÁSICO), no detentó un seguimiento constante a partir de la primera denuncia y las posteriores 18 más que inició, a Úrsula la mató todo el sistema, y éste falló porque está basado en estructuras que ya no sirven.

Si prestan atención, lo único que funciona coherentemente son las redes feministas, ¿saben por qué?, porque se trabaja en red. Nadie se queda esperando ante la urgencia el “ok” de nadie, se actúa en forma inmediata ante la necesidad y la peligrosidad que pueda correr cualquier mujer. Esta es la diferencia entre la burocracia que permite que los procesos sean carentes de celeridad y la complicidad de institutos que buscan conscientes, o no, mantener a la mujer “quieta” e inmersa en un círculo de violencia.

 Muchas de nosotras hemos atravesado diferentes tipos de violencias, y también NO HEMOS SIDO ESCUCHADAS, inclusive por quienes se “visten” con nuestras banderas.

Seguramente en esa comisaría había una mujer y un hombre (porque claro, ahí tampoco tienen acceso quienes eligen otra identidad sexual), en fin, como verán hay mucho por transformar. La cuestión es que estos agentes y agentas policiales ciertamente sabían de la denuncia de Úrsula, y sin lugar a duda son cómplices de su femicidio por acción y omisión. 

Hacemos leyes, creamos instituciones para contrarrestar las violencias, pero indudablemente hay algo que sigue fallando y es el “contralor”, ¿quién controla que los dispositivos se otorguen y funcionen efectivamente?.

La justicia patriarcal existe y seguirá existiendo hasta tanto no se tome la decisión política de erradicarlo de una vez por todas, hay un sistema judicial vetusto y elitista que avala esta deficiencia en el funcionamiento, y es un sistema que carga en sus espaldas la muerte de Úrsula y de tantas otras mujeres.

Porque no queremos más Úrsulas, esto es lo que hay que “romper” para volver a construir los cimientos de una justicia con base en los derechos humanos y con perspectiva de género, al alcance de toda la sociedad y con celeridad en los procesos.

Debemos comprender que existe una asociación ineludible entre la violencia y la ley, entendiendo que ésta última busca terminar con la primera, pero sin embargo, en vez de limitarla, ésta continúa activándose por medio de los propios mecanismos que encarna la función de la ley.

Es imperioso que los operadores públicos se encuentren a la altura, que  estén capacitados en perspectiva de género, pero principalmente, nos urge la consolidación de un sistema   centralizado para abordar este tipo de causas, ya que actualmente por la estructura federal sobre la cual se erige nuestro país, la competencia para intervenir procedimentalmente en los femicidios es excluyente del poder judicial de cada provincia y de las fuerzas policiales. Esta jerarquización deviene en una falta de coordinación a nivel nacional lo cual provoca una ineficiencia total a la hora de dar respuestas.   

El estado, el poder judicial, cada juez, cada jueza, cada persona que ejerce una función pública, debe entender que las mujeres no somos un número de expediente, deben dejar de ser un obstáculo para que de una vez por todas podamos avanzar hacia una reforma seria, para que la erradicación de la violencia de género se convierta en una realidad efectiva y deje de ser puramente maquillaje.

 ¡Justicia Por Úrsula y por todas!

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