Interrupción Voluntaria del Embarazo y el Plan de los Mil Días
Las
emociones desbordan en una noche y madrugada única e histórica.
En
cada casa en vigilia, en cada básica, en la Plaza… se comienzan a gritar las
historias…las historias durante años calladas, susurradas… compartidas como un
secreto incandescente en el medio mismo de cada pecho.
Las
historias flotan… pareciera que nacen pero no…solamente están surgiendo.
Reviven, brotan…claman su derecho a haber existido…al testimonio que han dejado
en cuerpos, en mentes, en almas… Comienzan a crecer como rumores….Como el rumor
lejano de un mar embravecido que viene arrasando.
Historias.
Historias
de médicos truchos. De perchas y perejiles. De miles de pesos gastados. De
plata que no había. De peripecias para conseguirla. De miedo atorado en
gargantas jóvenes y viejas. De muchas voces juzgando con la ferocidad que da la
impunidad. Con el desprecio que da la ilegalidad. De sangre. De fantasmas. Y de
muchas, muchas lágrimas.
Esta noche ese mar embravecido se hizo carne en las miles
de mujeres y personas gestantes que colmaron cada rincón del país aguardando la
reivindicación de un derecho que se practicaba en la clandestinidad y la
desprotección con una normalidad abrumadora. Rodeado de los estigmas que esa
clandestinidad genera. Aguardando el derecho a la
soberanía íntima y reparadora de decidir por nuestros propios cuerpos. Por
nuestros proyectos y futuros. Por nuestras propias vidas.
Esta
noche en la Argentina se acaba de consagrar mucho más que el derecho al aborto
legal, seguro y gratuito. Esta noche hemos establecido con la fuerza de la ley,
la imposibilidad del Estado de decidir por nosotras, la exigencia de la
libertad frente a los designios de la moral religiosa. De la moral ajena.
Pero
fundamentalmente, hemos logrado comenzar a establecer con la fuerza de nuestras
voces amparada por primera vez por la institucionalidad estatal, el camino a la
igualdad real. Porque a partir de hoy, la disposición de medios económicos, de
soporte de redes, de familia, de ayuda, o la no disposición de tales
circunstancias no hará nunca más para nadie la diferencia entre la vida y la
muerte.
El aborto históricamente es un evento que agigantaba la brecha social e instituía la dictadura de
la riqueza sobre la pobreza al condenar desde la oscuridad de su penalización
absurda a la misma muerte a todas aquellas que, decididas a realizarlo, se
encontraban imposibilitadas de acceder económicamente a él.
Porque la soberanía corporal forma parte de un derecho tan íntimo y
personalísimo que resulta imposible consagrarlo por algo tan simple como ser de
imposible control su ejercicio. El aborto ya existía. Siempre existió. Existirá
siempre.
A partir de hoy, Argentina se suma a los países que
consagran el camino a la igualdad asegurando tal derecho a todas las personas
gestantes sin distinción alguna. Argentina avanza una
vez más en la reivindicación de derechos humanos de los más elementales. A
partir de hoy, amanecemos en una Patria
un poco más justa…un poco más igualitaria.
A
partir de hoy no habrá más muertas por perchas y perejiles. No habrá más
infancias que lloren a sus madres porque no pudieron sostener un hijo, una
hija, un hije más. No habrá más médicos inescrupulosos que negocien con
nuestros cuerpos, abultando sus bolsillos con nuestra necesidad, nuestra
desesperación y nuestro miedo. Y no habrá más niñas madres rotas por el abuso y
el abandono, obligadas a parir por la moral de alguien más.
A partir de hoy, el Estado garantiza no sólo este
derecho, sino el acompañamiento de todas aquellas que deseando y eligiendo
maternar no podían tampoco elegir libremente hacerlo por carecer de medios para
enfrentar tal situación.
Y es
que el aborto era más que un problema de salud pública. Era un problema de
distribución. Era un problema de absoluto matiz socio-económico que con sus
gigantescas consecuencias establecía una imperdonable diferencia entre pobres y
ricas. Entre vulnerabilidad y seguridad. Entre medios y escasez.
Hoy
en Argentina, amanecemos con una Patria más justa, más libre, más soberana.
Porque la Patria es más democrática y más soberana en
tanto reconoce la autonomía y soberanía de quienes en ella desarrollan su vida
en sociedad. En tanto reconoce y reivindica su
capacidad para tomar decisiones por todo aquello que atañe exclusivamente a
esas mismas personas. Y porque la
Patria, bien entendida, siempre, siempre será el otro, la otra, el otre; incluso
quienes se han opuesto al proyecto por distintas razones, finalmente y
gratamente hoy también comienzan a vivir en una Patria más plena, más segura y
más igualitaria. Hoy el aborto legal, seguro y gratuito es LEY. Hoy sin dudas y
de la mano de la lucha de tantas que aquí estamos, y otras tantas que han
quedado en el camino, hoy en nuestra
Patria ha nacido un derecho.
Asociación Civil Nace Un Derecho, Comisión
de Géneros
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