Por Diego Encina
Hoy la Constitución Nacional cumple 167 años desde su firma por las provincias de la Confederación, excepto Buenos Aires que lo haría en 1860 y el sur de la República que en aquel entonces aún esperaba la matanza masiva e indiscriminada direccionada por J.A. Roca y financiada por la oligarquía pacotilla casi treinta años mas adelante.
En fin. Se sancionó una Constitución hija de la guerra civil injusta y antisoberana de Caseros (1853).
Una Constitución adecuada a los intereses especulativos y saqueadores del extranjero, en particular de la Corona Británica, y de intereses cipayos de la oligarquía terrateniente y asesina de aquel Buenos Aires.
Han pasado 167 años ya y nos sigue rigiendo una Carta Magna que simula con su belleza el atraso de su conciencia con ciertos destellos en intervalos de lucidez.
Tenemos el deber generacional de pensar una nueva Constitución que incluya a todos y a todas y que mire y vea hacia adentro, a su Tierra y a su Pueblo. Una Nueva Constitución que abandone la privatización del Derecho prostituido al mejor postor (U$D) y lo popularice al alcance y exigencia de todos y de todas.
Que su espíritu sea verdaderamente patriótico, no estimulado por las armas, los intereses y el dinero del orden de poder mundial.
Que finalmente mire y vea a las villas y a los villeros, a los nadie de los barrios mas humildes y necesitados de todos los rincones del país, y no se embrutezca por los lujos eurocentristas y las riquezas del puerto o del campo, al menos no solamente.
Que la Justicia finalmente observe diluirse los resabios conservadores antidemocráticos y republicanos que engaño la admiración constitucional de nuestros mejores pensadores hace 167 años, perdiendo de vista al Pueblo que debía mirar y proteger.
En fin, debemos pensar una Nueva Constitución que mire y vea y oiga a la gente y los quebrantos de su Tierra y no los intereses, sean éstos del bolsillo de quien o quienes fueran.
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