jueves, 27 de agosto de 2020

Cuando la democracia molesta

Por Diego Encina y Hernán Mirasole


Se debate en el recinto del Senado de la Nación una de las propuestas legislativas del Ejecutivo, que si se permite, es una de las más trascendentes de los últimos tiempos. Al menos desde 2013 al presente. Quizá empezar esta editorial con el verbo “debate" sea, en rigor de realidad, falaz o lisa y llanamente, absurdo.

 La DemocraciDeliberativa convoca a los representantes del Pueblo y del Estado justamente a deliberar -valga la redundancia – y debatir aquellos puntos cuestionables de un proyecto legal respetando los lugares institucionales que la Constitución y las leyes le asignan previamente, e invita a ahondar en la capacidad legislativa y personal de los representantes legislativos a “persuadir" con argumentos convincentes, la iniciativa de plantear propuestas de modificación que tiendan a un mejoramiento del proyecto propuesto. A grandes rasgos esto es la Democracia Deliberativa. 

Sin embargo, ello requiere algo mas que voluntad. Exige razonabilidad e idoneidad, instrucción y respetabilidad. Atributos por cierto sino inexistentes, al menos ocultos en algún minúsculo sector de la sociedad Argentina -minoritaria pero poderosa- que se presta conforme a aceptar una Democracia Participativa -y nada más- privilegiada. 

Un modelo de democracia siglo XIX, donde la conformidad descansa en votar cada cuatro años y nada mas. Entonces, cuando la falta de razonabilidad e idoneidad para debatir y persuadir se hace presente, impera la irrazonabilidad y la violencia. El discurso de odio y la impotencia profesional y representativa que transita al margen -o no- de la ilegalidad. 

El discurso entonces así presentado sucumbe la institucionalidad y la libertad bajo formas enajenadas de su ejercicio sin sustento de un mínimo de realidad. Se declara respetar una República que no saben ejercer ni explicar de que se trataría. Se grita respetar la libertad que marchitan. Y respetar las leyes que odian. Se disfraza el recurso del dialogo con la violencia impotente que la sustenta. 

Hoy no se debate, lamentablemente, una propuesta legal. No se debate porque pretenden anular la interacción, la bidireccionalidad, en definitiva con quien debatir. O porque quien existe se muestra impotente y caprichoso a la institucionalidad. No se debate porque la democracia a algunas personas les molesta. Al menos cuando ella tiende a la igualdad y a extinguir privilegios. 

Sí. La democracia les molesta. Porque siempre les molestó. Nos merecemos los ciudadanos/as  algo mas que una Justicia Federal a la altura de lo que nunca fue pero que seguimos deseando. Nos merecemos respetabilidad y calidad en los representantes políticos de una oposición que tiene que aportar ideas y razonabilidad, y ya sin el alto potencial de daño y manipulación mediática. Nos merecemos el respeto que en ese sector nunca existió. 

Nos merecemos una JUSTICIA diferente. Es el momento. Es ahora.

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