miércoles, 18 de mayo de 2016

Se agranda el combo: vuelve la flexibilización laboral

Pequeños Salarios” o el padrinazgo estatal a la precarización laboral 
 
Suele definirse a la precarización laboral como “inseguridad, incertidumbre y la falta de garantía de condiciones socioeconómicas mínimas y suficientes para una supervivencia digna que afecta a los trabajadores y repercute en su entorno familiar y social”. Todos estos ingredientes se incluyen en el “combo” que ha sido el debut del Cambiemos en cuanto a política de empleo, mediante el convenio firmado con la multinacional McDonald’s. 
 
El tristemente célebre convenio, que no nos olvidemos, sale a la luz en el marco de una creciente desocupación, aumento desmesurado del costo de vida y duras resistencias del macrismo al proyecto de ley anti-despidos, posee características legales interesantes a repasar: -Se orienta a jóvenes de entre 18 y 23 años. -Salario de $4.500 -Carga horaria de 30 horas semanales. Si hacemos rápidamente la cuenta, advertimos que el salario estipulado de $4500 se encuentra lejos del salario mínimo actual de $6060 pesos, no obstante la disminución de la carga horaria semanal, consideramos que simplemente tomando la inflación del mes pasado (7%), añadiéndose la suba del costo de transporte público (necesaria para cualquier joven que desee llegar al trabajo), el aumento de la canasta básica, la energía y vivienda, tornan imposible alcanzar no sólo la subsistencia, sino el sueño de la movilidad ascendente manifestada cínicamente por el Ministro Triaca: “Queremos reconstruir la cultura del trabajo y la movilidad social ascendente, que es un valor que tenemos que rescatar para los argentinos”.
 
Sabemos, de nuestro paso por la facultad, que la ley de hierro del salario expresada por Smith, Ricardo y el propio Marx prescribe que el salario debe ser suficiente como mínimo, para cubrir el costo de la reproducción de la clase obrera como tal, lo cual es decir, debe garantizarse al menos, que el trabajador pueda subsistir y reproducirse. Nada de esto ocurre, ya que en el marco que se lanza este primer programa de empleo joven, ni el empresariado ni el Estado pueden garantizar siquiera que el trabajador pueda pagar el boleto del colectivo y mucho menos, comer. 
 
Ahora bien, nos preguntamos como abogados laboralistas ¿dónde queda la meta de lograr “empleos de calidad, en miras a alcanzar la pobreza cero” y “la movilidad social ascendente”? En derecho del trabajo, así como en el derecho constitucional y social rige el principio de progresividad. Esto no es otra cosa que vedarle al Estado retroceder en las conquistas sociales que se han acumulado durante estas últimas décadas en la clase trabajadora. El gobierno actual pretende ir mucho más allá, en el marco del Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil que se reunirá este jueves, pretenden imponer una agenda flexibilizadora, en palabras de Triaca se discutirá “"la productividad en el empleo y la sustentabilidad de los servicios sociales” agregando “si hay más productividad, habrá más salario”, lo cual no es otra cosa que poner el foco en maximizar la ganancia empresarial exprimiendo aún más a los agraciados que aún conservan su trabajo. Pero no es sólo eso, se discutirá la sustentabilidad o no de los servicios sociales. Hace una década que el salario no se supedita a las ganancias empresariales, todo estudiante de derecho conoce el principio de “ajenidad al riesgo empresario” que claramente asegura el salario del trabajador independientemente de los resultados económicos que logre la empresa, que son propios del riesgo empresario en el sistema capitalista. Pero esto siquiera es capitalismo, ya que en el capitalismo el empresario invierte, asume riesgos y soporta las pérdidas. Este ABC del paradigma liberal, es sorpresivamente abandonado por esta nueva versión de neoliberalismo versión macrista, dónde el Estado financiara $1000 de los $4.500 que conforman el mísero salario del convenio firmado. Suele afirmarse en derecho laboral y en sociología del trabajo que el desempleo es un gran disciplinador social
 
Puede entonces ensayarse una hipótesis perversa, esto es, que la inacción del gobierno actual frente al flagelo creciente del desempleo sea un presupuesto necesario para lograr que las negociaciones paritarias coloquen a los salarios, por debajo del costo real de vida. Porque cuando un trabajador es despedido, toda la clase trabajadora se debilita. Quien sufre el despido es expulsado a los confines de la sociedad y precisa de la asistencia social para subsistir (sí, la misma sobre la que se discutirá sobre su sustentabilidad) pero quién conserva el trabajo experimenta un nuevo temor que lo lleva a aceptar cualquier tipo de avasallamiento en sus derechos y condiciones laborales, en términos de derecho colectivo del trabajo, toda la clase trabajadora pasa de discutir mejoras, a una postura defensiva: tratar de conservar lo poco que queda. Y el paradigma del empleo futuro que plantea el nuevo gobierno queda al descubierto: trabajo rotativo de 30 horas semanales con un salario de $4.500.

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